domingo, 21 de agosto de 2016

“Chocolatito”, un Astro que nada lo apaga

Michangelo

Teniendo un récord intachable de 45 -0 con 38 nocàut,  muchos alegan que todo ha sido fácil en la carrera de “Chocolatito” González. Pese a que es un boxeador de esos que aparecen cada periodo, no escapa al escrutinio amargado de quienes le ven avanzar pero no lo aceptan.

Román ha emergido de lo más furtivo de la sociedad nicaragüense. Es de esos pocos seres humanos nacidos en la más peliaguda de las carencias, sentenciados a sufrir el menosprecio y vivir escasez, para ser llevado al altar de los aclamados y el hastío de la abundancia.

Nació y se crió entre  esos niños ignorados,  que son vistos a diario con la más indiferente de las miradas enmascaradas por  aquel que se deleita en un pomposo Restaurante  o mientras circula en un lujoso automóvil,  a uno de esos niños que abundan  y  se acercan  pidiendo una moneda.

Indudablemente, Chocolatito es de esos pocos que nacen para triunfar. Esos que burlando la crueldad, divisan una  tenue luz, la  que quizá siguen inicialmente por intuición, por invitación de otros.
El boxeo fue esa luz para Román, quien prefería el fútbol pero obedeció a las rogativas de su padre. 

Lo que vivió en su infancia y en la adolescencia, lo que ha tenido que superar en su vida no es solamente a sus rivales en el cuadrilátero, sino lo espinoso de su vivencia y  la crueldad de las críticas.

Por ahora, Chocolatito es lo más análogo a la leyenda de Alexis Argüello y aunque algunos quieran verlo con más brillo que “El Flaco”, el mismo ha dicho; “Alexis es lo más grande, es mi maestro y a él le debo la inspiración de hacer en el boxeo, lo que quería que yo fuera, un digno representante de mi patria”.

Y es que Román se ha instaurado en el mundo boxístico como el mejor,  a  base de sacrifico, de triunfos, de calidad y no de carisma. Es un peso chico, categoría muy ignorada por los entendidos pero su brillo es tal, que no les queda más remedio que catalogarlo como Lo Mejor del momento.

Nada lo ha interrumpido en su ruta a la cima, ningún comentario negativo le ha quitado brillo, tampoco ha agrietado su fe ciega en que puede ir más allá, la opinión mezquina de quienes le ven como una estrella en “la mediocridad actual”. Él ya  es un Astro que nada lo apaga.

La pelea contra Carlos Cuadras, el 10 de septiembre del año en curso es un gran desafío, con sus riesgos incluidos. Pero el premio de un cuarto título es enorme, si lo consigue, su imagen y sus laureles brillarán más. Ya hizo historia pero no se ha sentido fastidiado de fatiga ni conquistas. Quienes le vemos en su esplendor, esperamos más.


Y no es cierto que haya conquistado tanto, porque el boxeo de hoy está mediocre. Su tiempo y lo que ha hecho, es de ayer, hoy y mañana. Obstinado, inexcusable, sigue su marcha. Da la impresión que todo lo adverso,  ha sido  ayuda para inspirarse y superar los retos.


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