Por
Michangelo
Nació el 14 de junio
1956 en el Valle Las Zapatas, jurisdicción de Malpaisillo (León). Sus padres:
Marcial Urcuyo Reyes y Socorro Donaire Medina. Ellos le pusieron por nombre
Eliseo Marcial, en el boxeo profesional le conocimos como “Chevito” Urcuyo.
Cuando se empezó a ver
su menuda figura en los cuadriláteros capitalinos, llamó la atención de los
cronistas deportivos y el público. Se vislumbraba en él un potencial campeonil.
No fue campeón mundial, pero sí un bravo del ring.
Su mejor faena.
El 2 de julio de 1978,
en el gimnasio Nuevo Panamá, Chevito realizó la que yo considero su mejor faena
en el boxeo profesional. Aunque realmente hubo otras contiendas que fueron
buenas en la carrera boxística de este leonés de voz aguda y expresión humilde.
Esa noche (en la
capital canalera) se fajó durante 10 asaltos con el ranqueado mundial Rafael
Pedrosa, quien había empatado con Hermógenes Prado y que posteriormente
disputara el título mundial.
No es que recorriera
la distancia y cumpliera con el contrato de los diez rounds, sino que la pelea
fue la mejor de la noche. Estuvo muy por encima de las que realizaron los
también panameños Eusebio Pedrosa (Campeón Mundial Pluma que defendía ante el
mexicano Ernesto Herrera) y el semi estelarista Hilario Zapata, quien defendía
su corona ante el dominicano Juan Guzmán.
En la misma noche,
este servidor perdió en revancha contra el panameño y hoy destacado entrenador
de boxeo, Rigoberto Garibaldi. Fui testigo ocular de ese combate estruendoso
entre “Chevito” y “Pedrosita”. Fue la pelea de la noche.
Desde que se escuchó
el tañido de la campana, se fueron a lo que llegaban. Se entregaron sin piedad,
ni estima al físico; golpes iban y volvían a los bajos y a los rostros de ambos
contendores.
El final fue
dramático. Faltaban unos 30 segundos para que finalizara el décimo round,
cuando un gancho de izquierda se estrelló en el mentón del nica, eso fue todo.
Urcuyo fue abatido y vencido, pero también fue aplaudido. El público premió su
coraje.
Al día siguiente de la
pelea, Chevito lucía irreconocible; el rostro le quedó parecido al de Alfredo
Escalera luego del segundo combate contra Argüello. Un ojo completamente
cerrado, el labio superior con un corte patético y en la frente, cerca de la
cien izquierda, se había situado un chichote enorme.
Pedrosita también
recibió lo suyo, Chevito le dio duro y tupido. Los aficionados coreaban al
panameño y callaban cuando éste recibía los golpes del valiente leonés. Por su
lado, el mexicano Esteban García, entrenador de Chevito, sudaba copiosamente y
mantenía la esperanza del triunfo.
Como empezó todo.
Eliseo Urcuyo vivió
sus años de adolescente vendiendo pan, labor que anteriormente ejercía su
hermano René. Entre la escuela del barrio Laborío y el anexo Calasanz terminó
sus estudios de primaria.
Fue su cuñado Omar “Cachorro”
Amaya quien le llevó una tarde al gimnasio, para que no siguiera soportando a
un tipo que lo había golpeado, cuando apenas tenía 14 años de edad. Nunca
imaginó que eso se convertiría en algo que haría hasta donde se lo permitieran
sus energías.
Con escasos 16 años
integró la escuadra compuesta por el mismo Urcuyo (en minimosca), Salvador
Miranda (en mosca), Orlando Lovo (en gallo), José Rodríguez (en pluma),
Wilfredo Miranda (en ligero) y Gustavo Escorcia (en welter), quien viajó a los
Panamericanos de Colombia en 1971. Al frente del grupo, como entrenador iba
Rolando Barberena, “Kid Mambo.
Chevito, representante
nicaragüense en peso mínimo, habiendo quedado “Bye” en la primera ronda, perdió
5-0 contra el mexicano Salvador García. Con este resultado, dejó un registro de
28 triunfos y 3 derrotas en el boxeo aficionado.
Profesional de los
tinglados
En el boxeo
profesional, se vio las caras con los mejores minimoscas de la época. Entre sus
logros cuenta el título nacional, conseguido ante el experimentado Mario
Montes. Siendo campeón nacional, enfrentó al campeón de Colombia (Ricardo
Estupiñán). El 19 de octubre de 1976, Chevito perdió por Kot. en siete
episodios.
“Ricardo Estupiñán fue
una mole pétrea para Chevito Urcuyo, que redujo sus capacidades a una gran
demostración de agallas y corazón para la fiera lucha a que se sometió el
leonés. El combate llegó a sólo siete asaltos, debido a la deplorable condición
física del campeón nacional nicaragüense, quien poseía una herida peligrosa
sobre la ceja derecha”.
“Chevito tropezó con
una gran fortaleza. Estupiñán soportó sin inmutarse todos los bazukazos que le
envió Urcuyo…Ambos contrincantes protagonizaron una estelar rubricada con
sangre, vibrante y morbosa como le gusta al público. Chevito le metió golpes
para botar a cualquier toro, menos a Estupiñán”.
En el tercero y
quinto, Urcuyo le metió palo para construir una casa, y nada. El colombiano
recibía todo sin resentir. Merecida
victoria para Estupiñán; quizás esta pelea fue hasta ese momento, la mejor de
su carrera.
Eliseo Urcuyo sigue
siendo estupendo”, entre otras cosas, apunta una nota periodista de la época,
luego de tan dura contienda en la que Chevito cayó a la lona en el segundo
asalto y se puso de pie, con dificultades y aturdido.
Ya a nivel del terruño,
“Chevito” perdió la corona nacional frente a Rudy Crawford en una decisión
apretada. Posteriormente, Crawford le venció en revancha, no sin antes probar
las agallas del pequeño leonés. Al igual que Hermógenes Prado, fue sometido por
el fuerte pegador mexicano Amado “Panterita” Urzúa.
Hoy, 40 años después
de esas valientes presentaciones, Chevito es visto por Jalapa, Teotecacinte,
Santa Emilia, San Fernando, otros pueblos y municipios de Nueva Segovia
haciendo trabajos de técnico dental, oficio que aprendió bien con su cuñado,
“El Cachorro” Amaya.
En Ocotal, tiene una escuela de boxeo donde enseña el arte de la defensa y
el ataque, también conduce un programa de televisión por cable los días
domingo. En esa ciudad norteña es todo un personaje, en la historia del boxeo
se registra como uno de los buenos de los años 70s..
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