miércoles, 17 de agosto de 2016

Nuestra historia: Chevito Urcuyo


Por  Michangelo

Nació el 14 de junio 1956 en el Valle Las Zapatas, jurisdicción de Malpaisillo (León). Sus padres: Marcial Urcuyo Reyes y Socorro Donaire Medina. Ellos le pusieron por nombre Eliseo Marcial, en el boxeo profesional le conocimos como “Chevito” Urcuyo.

Cuando se empezó a ver su menuda figura en los cuadriláteros capitalinos, llamó la atención de los cronistas deportivos y el público. Se vislumbraba en él un potencial campeonil. No fue campeón mundial, pero sí un bravo del ring.
Su mejor faena.

El 2 de julio de 1978, en el gimnasio Nuevo Panamá, Chevito realizó la que yo considero su mejor faena en el boxeo profesional. Aunque realmente hubo otras contiendas que fueron buenas en la carrera boxística de este leonés de voz aguda y expresión humilde.

Esa noche (en la capital canalera) se fajó durante 10 asaltos con el ranqueado mundial Rafael Pedrosa, quien había empatado con Hermógenes Prado y que posteriormente disputara el título mundial.

No es que recorriera la distancia y cumpliera con el contrato de los diez rounds, sino que la pelea fue la mejor de la noche. Estuvo muy por encima de las que realizaron los también panameños Eusebio Pedrosa (Campeón Mundial Pluma que defendía ante el mexicano Ernesto Herrera) y el semi estelarista Hilario Zapata, quien defendía su corona ante el dominicano Juan Guzmán.


En la misma noche, este servidor perdió en revancha contra el panameño y hoy destacado entrenador de boxeo, Rigoberto Garibaldi. Fui testigo ocular de ese combate estruendoso entre “Chevito” y “Pedrosita”. Fue la pelea de la noche.

Desde que se escuchó el tañido de la campana, se fueron a lo que llegaban. Se entregaron sin piedad, ni estima al físico; golpes iban y volvían a los bajos y a los rostros de ambos contendores.

El final fue dramático. Faltaban unos 30 segundos para que finalizara el décimo round, cuando un gancho de izquierda se estrelló en el mentón del nica, eso fue todo. Urcuyo fue abatido y vencido, pero también fue aplaudido. El público premió su coraje.


Al día siguiente de la pelea, Chevito lucía irreconocible; el rostro le quedó parecido al de Alfredo Escalera luego del segundo combate contra Argüello. Un ojo completamente cerrado, el labio superior con un corte patético y en la frente, cerca de la cien izquierda, se había situado un chichote enorme.

Pedrosita también recibió lo suyo, Chevito le dio duro y tupido. Los aficionados coreaban al panameño y callaban cuando éste recibía los golpes del valiente leonés. Por su lado, el mexicano Esteban García, entrenador de Chevito, sudaba copiosamente y mantenía la esperanza del triunfo.

Como empezó todo.

Eliseo Urcuyo vivió sus años de adolescente vendiendo pan, labor que anteriormente ejercía su hermano René. Entre la escuela del barrio Laborío y el anexo Calasanz terminó sus estudios de primaria.

Fue su cuñado Omar “Cachorro” Amaya quien le llevó una tarde al gimnasio, para que no siguiera soportando a un tipo que lo había golpeado, cuando apenas tenía 14 años de edad. Nunca imaginó que eso se convertiría en algo que haría hasta donde se lo permitieran sus energías.

Con escasos 16 años integró la escuadra compuesta por el mismo Urcuyo (en minimosca), Salvador Miranda (en mosca), Orlando Lovo (en gallo), José Rodríguez (en pluma), Wilfredo Miranda (en ligero) y Gustavo Escorcia (en welter), quien viajó a los Panamericanos de Colombia en 1971. Al frente del grupo, como entrenador iba Rolando Barberena, “Kid Mambo.

Chevito, representante nicaragüense en peso mínimo, habiendo quedado “Bye” en la primera ronda, perdió 5-0 contra el mexicano Salvador García. Con este resultado, dejó un registro de 28 triunfos y 3 derrotas en el boxeo aficionado.


Profesional de los tinglados

En el boxeo profesional, se vio las caras con los mejores minimoscas de la época. Entre sus logros cuenta el título nacional, conseguido ante el experimentado Mario Montes. Siendo campeón nacional, enfrentó al campeón de Colombia (Ricardo Estupiñán). El 19 de octubre de 1976, Chevito perdió por Kot. en siete episodios.

“Ricardo Estupiñán fue una mole pétrea para Chevito Urcuyo, que redujo sus capacidades a una gran demostración de agallas y corazón para la fiera lucha a que se sometió el leonés. El combate llegó a sólo siete asaltos, debido a la deplorable condición física del campeón nacional nicaragüense, quien poseía una herida peligrosa sobre la ceja derecha”.

“Chevito tropezó con una gran fortaleza. Estupiñán soportó sin inmutarse todos los bazukazos que le envió Urcuyo…Ambos contrincantes protagonizaron una estelar rubricada con sangre, vibrante y morbosa como le gusta al público. Chevito le metió golpes para botar a cualquier toro, menos a Estupiñán”.

En el tercero y quinto, Urcuyo le metió palo para construir una casa, y nada. El colombiano recibía todo sin resentir.  Merecida victoria para Estupiñán; quizás esta pelea fue hasta ese momento, la mejor de su carrera.

Eliseo Urcuyo sigue siendo estupendo”, entre otras cosas, apunta una nota periodista de la época, luego de tan dura contienda en la que Chevito cayó a la lona en el segundo asalto y se puso de pie, con dificultades y aturdido.



Ya a nivel del terruño, “Chevito” perdió la corona nacional frente a Rudy Crawford en una decisión apretada. Posteriormente, Crawford le venció en revancha, no sin antes probar las agallas del pequeño leonés. Al igual que Hermógenes Prado, fue sometido por el fuerte pegador mexicano Amado “Panterita” Urzúa.

Hoy, 40 años después de esas valientes presentaciones, Chevito es visto por Jalapa, Teotecacinte, Santa Emilia, San Fernando, otros pueblos y municipios de Nueva Segovia haciendo trabajos de técnico dental, oficio que aprendió bien con su cuñado, “El Cachorro” Amaya.

En Ocotal, tiene una escuela de boxeo donde enseña el arte de la defensa y el ataque, también conduce un programa de televisión por cable los días domingo. En esa ciudad norteña es todo un personaje, en la historia del boxeo se registra como uno de los buenos de los años 70s..


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