Por Michangelo
El 29 de agosto de 1993, daba inicio la
carrera profesional de Ricardo
“el matador” Mayorga, cuyo nombre completo es Ricardo Antonio Mayorga Pérez.
Sus orígenes están ligados al común denominador en el boxeo, las
limitaciones en el seno familiar.
El 29 de agosto del 2015, justamente el mismo
día y mes que arrancó perdiendo en su debut ante el costarricense Humberto
Aranda, realizó la que ha dicho seria su última pelea, perdiendo ante el
norteamericano Shanne Mosley.
Después de esa pelea, Ricardo ha decidido no
volver al cuadrilátero. Ese mismo día
sumó 22 años de profesionalismo.
Ricardo Mayorga es uno de los boxeadores más controversiales que ha tenido el
boxeo, no en Nicaragua, sino en el mundo y en todos los tiempos.
Siendo nacido el 3 de octubre de 1973,
Ricardo ha cumplido 42 años de edad y podemos asegurar que es de los seres humanos, dotados por Dios, de
gran fortaleza física. Y fue esta misma
la esencia de su éxito en el cuadrilátero, porque técnicamente tuvo
incuestionables limitaciones.
Es precisamente esa condición de fortaleza,
la que a pesar de todo su desorden de vida lejos de los ajustes disciplinarios
que el deporte requiere, la que le llevó a disputar y ganar un título mundial ,
ser tres veces campeón del mundo y exponer el físico de manera temeraria en los
combates contra sus mejores rivales.
Ricardo fue y es cuestionado duramente, por
aficionados que repudian su manera de hacer campaña previa a sus peleas. Subir a la báscula con Cervezas y fumando
Cigarrillos, Palabras fuera de tono, expresiones ofensivas e irrespetuosas, gesticulaciones obscenas durante los combates
y hasta tocando partes prohibidas a las damas, como en el último caso con la
esposa de Mosley, fueron actitudes que se le vio a Mayorga.
Fuera del cuadrilátero, se vio envuelto en
casos igualmente impugnables. Asi mismo se han tejido relatos diferentes no
publicados de este pugilista de quien se
puede decir a su favor, que derrochó coraje, tributó hombría, ganó buen dinero
y levantó las más grandes expectativas
cada vez que subió al tinglado.
¿“Por qué sigue peleando Mayorga a esa
edad”?. Preguntó un medico amigo.
¿Y porque usted doctor, sigue trabajando a
los 55 años?, pregunté. “Bueno es mi profesión y como trabajador por mi cuenta
no tengo seguro, menos jubilación”, razonó rápidamente. Igual ocurre con
Mayorga y otros boxeadores. Es su profesión y necesita tener ingresos, respondí al amigo.
Estos hombres, que por su mismo ambiente
familiar en el que nacieron, lejos del pudor
humano, en el cual la penuria es predominante, no teniendo condiciones
para surgir en los estudios, dedicaron su vida al duro deporte de los golpes.
Al llegar a campeones mundiales, se llenan de
todo cuanto desean. Llega el dinero a montones, autos deportivos del año, días
en hoteles de lujo, fanáticos que les buscan, éxito, fama, saludos y favores con sonrisas complacientes.
Se vuelven los ciudadanos de moda y surgen otros ambientes para ellos.
Una
vez retirados, estos deportistas que se dieron el lujo de agitar multitudes y
mover grandes cantidades de dinero alrededor de su actividad, en su mayoría pasan una vida en la cual se
van diluyendo , caminan rumbo al olvido, quedan a merced de la familia unos y
la caridad publica otros.
Esto
no ocurre o se ve menos en aquellos que
se granjearon gran simpatía, no obstante si estos pierden el dinero que les dio
el oficio, tarde o temprano se dan cuenta, que los amigos de verdad son pocos.
Cuando
el dinero ya se fue, todo lo que este compra, incluidos los amigos y halagos que
se reciben, cada día se alejan más. Pocos, muy pocos logran una transición favorable
y consiguen establecerse lejos del ruido, las luces y los aplausos en una nueva
etapa de vida.
Podríamos
señalar pocos nombres de boxeadores que no han terminado igual que cuando
empezaron su carrera. Con certeza se puede asegurar que otros terminan peor,
porque la fama les conduce al consumo exagerado de Alcohol y Drogas, y esto a
su vez a la calle en el mejor de los casos, porque otros terminan en la cárcel.
Es
difícil para mí escribir respecto al lado oscuro de un boxeador que lo tuvo todo y pudo
terminar mejor, pero hacerlo, aunque parezca inútil (pues todos dicen que no hará
lo que otro), es de una u otra forma un repique de alerta para los que vendrán.
En
el caso que nos atañe, como es el del “Matador” Mayorga, bueno sería, que haya
por parte del gobierno, interés en ayudarlo a encaminarse por un sendero conveniente. Insertarlo en
algún plan de tratamiento terapéutico y enseñanza dirigida a que este puede
ampliar prácticas, que a su vez le permitan enfocarse con actitudes diferentes a
las que hasta hoy ha tenido.
Mayorga,
a su manera nos representó en el boxeo. Los nicaragüense que le adversan podrán
tener sus puntos de vista quizá razonables, pero “El Matador” es nicaragüense, y aparte de su personalidad,
como tal, debe ser incluido y no
excluido.
No
fue un modelo de virtudes en su conducta ni un derrochador de talento en el
cuadrilátero, pero su labor, si no fue
encomiable, es aplaudible, fue algo doblemente meritorio, si tomamos en cuenta
sus limitantes.