Yo no sé cuál es lo necesario de las moscas, si he entendido
la función de los zopilotes en nuestro mundo. Pero indudablemente, aunque yo no
lo entienda bien, ni lo acepte, lo cierto es que existen.
Igualmente, no entiendo por qué haya personas que ven y
sienten diferente a lo que yo veo y siento, pero están entre mis cercanos y más
lejanos vecinos. A estos no los entiendo. Existe un sector que dice haber visto
ganar al mexicano Carlos Cuadras, y me refiero a nicaragüenses, porque a los
aztecas los deduzco.
Román ganó, fue un triunfo inobjetable. Chocolatito fue
capaz de mantenerse indeclinable, con las sangre en su rostro, sin ningún temor
y al asecho permanente, ante un rival más fuerte y más rápido de manos. Superó en
todo, en una categoría que no le es nada favorable, al mexicano Carlos Cuadras.
Chocolatito, es un blanco grande, es una palacete de cualidades
boxísticas en el cual, cualquier mal
disparo ofensivo, por muy lejos que quede del centro o se clave muy distante de
la verdad, se verá siempre.
Nadie debe extrañarse que a Chocolatito le revoloteen las
Mosca.Es tan hermoso lo que hace, son tan encantadores los gritos de júbilo que
desata entre sus seguidores, que provocan malestar atractivo, entre “Moscas y
Zopilotes”.
Se advierte más la ojeriza y el ataque para quienes son más
notorios en la sociedad, porque sus proezas hacen más voz y son estimados especialmente entre la
muchedumbre que le apoya.
Se ve y se escucha más la animadversión para quienes hacen grandes
conquistas, porque son pocos. Por cuanto
son más visibles, la agresión igualmente es más evidente.
Siempre he notado que las personas estamos más pendientes de
quienes son diferentes. Es imposible no sentir atracción o cuestionar sin
fundamentos lo que no sabemos ni podemos igualar.
¿Cuantos le vieron amilanarse, cuantos creen que defraudó en
su conquista del curto título mundial? Si existen son pocos, porque su triunfo
fue amplio y muy limpio.
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